viernes, marzo 30, 2007
Maldita Semana
El cielo queda partido en dos, el haz de luz ilumina lo negro del día y se zambulle en el río revuelto. No hubo descanso esta semana, la lluvia ha sido contínua y el río ha estado de vaivenes como los tuyos en la oficina. Cae el trueno, ruidoso, estruendoso, como si se quebrara el edificio. Las mujeres gritan como si fueran en avión y éste se topara con un gran pozo de aire. No todas, pero un par sí. La risa posterior es generalizada. Algunos de los hombres marcan un "no lo puedo creer" con movimientos de sus cabezas. Vos tampoco lo crees, pero también te asustó el trueno. No gritaste pero sí te dio un sobresalto. Te sacó de eje, dejaste lo que estabas haciendo y te pusiste a ver por la ventana. Te preguntás porqué las gotas de lluvia no caen dos veces en el mismo lugar del vidrio. O pensás que tal vez eso sí pase, pero que no lo podemos percibir. Como fuere, ves que no está todo el vidrio con gotas y eso que ya va lloviendo toda la maldita semana. ¿Maldita? ¿Por qué maldita?
¿Reportes para todo el mundo con todos los formatos abierto por todas la variables comparado contra lo presupuestado contra lo estimado contra la estimación de la próxima estimación? Eso lo venís haciendo todas las semanas de todos los meses de todos estos años.
¿Han puesto de supervisor a quien vos crees que no puede ni atarse los cordones solito? Si ya no te sorprende, lo mismo ha venido pasando desde la época en que se nombró el primer supervisor en la primer sucursal de tu multinacional.
¿Un chiste chabacano puso de mal humor a tu compañera que usa la minifalda a la altura del ombligo que menos mal que eso le tapa el ombligo, porque la blusita es tan corta y tan escotada que la debió haber pagado a mitad de precio porque la pudieron fabricar con un retazo de tela? No te hagás problema, si sabés que atraen, bromean, y se dejan llevar hasta que sin ellas mismas saber porqué, se chiflan, se embroncan, se onfenden. Por favor.
Las preguntas siguen, como que la lluvia te invita a pensar. Ves el río con sol y con tu velero navegando un día como hoy, pero con sol claro, mientras algún reporte directo tuyo esté sentando en esa misma silla giratoria que ya no gira. No todas las empresas invierten la suma que se deprecia de los Bienes de Uso (para el resto de latinoamérica y otros: leáse Activos Fijos). Y te sentís realizado, vencedor, un velero en una tarde de sol.
Suena el zumbido que anuncia la llegada de un nuevo correo electrónico. Es de tu jefe, que está con su blackberry pidiéndote un nuevo reporte urgente para el lunes, cuando él llegue de Miami, a donde fue probar su nuevo velero.
Entonces la semana fue igual de maldita que siempre, y maldito fin de semana pasarás viendo el río en tus descansos mientras hacés ese reporte. El pronóstico da lluvias para sábado y domingo. Al menos si llueve, no habrá veleros.
¿Reportes para todo el mundo con todos los formatos abierto por todas la variables comparado contra lo presupuestado contra lo estimado contra la estimación de la próxima estimación? Eso lo venís haciendo todas las semanas de todos los meses de todos estos años.
¿Han puesto de supervisor a quien vos crees que no puede ni atarse los cordones solito? Si ya no te sorprende, lo mismo ha venido pasando desde la época en que se nombró el primer supervisor en la primer sucursal de tu multinacional.
¿Un chiste chabacano puso de mal humor a tu compañera que usa la minifalda a la altura del ombligo que menos mal que eso le tapa el ombligo, porque la blusita es tan corta y tan escotada que la debió haber pagado a mitad de precio porque la pudieron fabricar con un retazo de tela? No te hagás problema, si sabés que atraen, bromean, y se dejan llevar hasta que sin ellas mismas saber porqué, se chiflan, se embroncan, se onfenden. Por favor.
Las preguntas siguen, como que la lluvia te invita a pensar. Ves el río con sol y con tu velero navegando un día como hoy, pero con sol claro, mientras algún reporte directo tuyo esté sentando en esa misma silla giratoria que ya no gira. No todas las empresas invierten la suma que se deprecia de los Bienes de Uso (para el resto de latinoamérica y otros: leáse Activos Fijos). Y te sentís realizado, vencedor, un velero en una tarde de sol.
Suena el zumbido que anuncia la llegada de un nuevo correo electrónico. Es de tu jefe, que está con su blackberry pidiéndote un nuevo reporte urgente para el lunes, cuando él llegue de Miami, a donde fue probar su nuevo velero.
Entonces la semana fue igual de maldita que siempre, y maldito fin de semana pasarás viendo el río en tus descansos mientras hacés ese reporte. El pronóstico da lluvias para sábado y domingo. Al menos si llueve, no habrá veleros.
Etiquetas: reflexión laboral
viernes, marzo 23, 2007
Computador dependiente
-Necesito el computador para ayudarme con el deletreo, mis cuentas, mi escritura, mis búsquedas, mis compras y mi entretenimiento.
(Una vez que lo entrene para ir al baño, lo tendré totalmente bajo mi poder).
---------------------
Cuando vi esta historieta me reí. Me dije que a este tipo realmente sólo le faltaría ir al baño en la computadora, como para ser dependiente de estos aparatos por completo. Y me reí. Entonces, busqué mis diferencias con él para verificar si yo era un "computadora dependiente".
A ver, él necesita la computadora para estar seguro de qué forma se escriben las palabras. Por fortuna, nunca abrí el procesador de textos para escribir tan solo una palabra y ver si el programa le ponía el indeseado subrayado en rojo, indicando que la palabra es errónea. Y menos, lo utilicé para buscar la versión correcta o sinónimos sugeridos. Primera diferencia. Suspiré, un suspiro aliviador como cuando uno sube a un colectivo y ve que tiene opciones para poder viajar sentado.
¿Para hacer cuentas? Vamos, ni loco abriría una planilla de cálculos para tan solo hacer cuentas. Sigo con el viejo formato de mi almacenero "Don Guillermo", hojita de papel y lápiz. Cinco más cuatro nueve más dos, once, uno me llevo una, más cinco, seis, sesenta y uno. Ése sería mi razonamiento lógico antes de tipear cinco en una celda, enter, cuatro en la inmediata inferior, enter, cincuenta y dos en la tercera, enter, para finalmente hacer la fórmula de suma en la cuarta celda y ver el maravilloso sesenta y uno, ayudado por la computadora. Otra diferencia, otro suspiro. Veo que no soy como él y me siento mejor.
Escribir me gusta, y lo mejor es dejar que la musa inspiradora nos lleve de la mano danzando en el papel, dando vida a la historia. No hay mayor expresión que la de la mente fluyendo y dibujando el papel. Tipear, corta en cierta forma ese fluir natural interponiendo la mecanicidad entre la mente y el papel, entre el corazón y el escrito, entre el calor y el frío. Más diferencias, un nuevo suspiro, más profundo, como cuando uno por fin encuentra ese ahorro que tenía bien escondido pero que no recordaba donde.
Investigar con estos aparatejos, caer en las garras de alguna página poco seria y no lograr nada. No, no señor. Yo voy a la biblioteca y en navego en libros, enciclopedias y nado de tomo en tomo. Eso es el verdadero navegar, nada de practicar "surf" en la virulente red de redes. Las diferencias con el hombre de la historieta son marcadas, concisas. Él no puede vivir sin los aparatejos esos y yo respiro papel con alegría.
¡¿Compras?! No, ya se pasó. Confiar en nadie, que te quiten tu dinero, que no sepas hacia donde va y esperar que te traigan algo parecido a lo que estás viendo en el monitor. Ahora sí que se fue lejos este muchacho. Para mí sigue siendo importante ir al negocio, probar, ver, comparar, preguntar, que a uno lo aconsejen, regatear un poco el precio (¿por qué no?). Podría hacer algo de lo que él hace con la computadora, pero ir de compras no, eso sí que no.
Ah, críe que lo de las compras era mucho, pero divertirse, para eso no hay dudas que no se necesita ninguna computadora.
Y para ir al baño, aún me arreglo solito.
Él es de una manera que nada que ver conmigo, yo no uso la computadora para nada. Y esto lo hago público para que la gente sepa hasta dónde se están metiendo en nuestra vida. Si él quisiera dar a conocer todo esto, seguramente haría un "blog". Yo no, prefiero decirlo y contarlo de viva voz.
(Una vez que lo entrene para ir al baño, lo tendré totalmente bajo mi poder).
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Cuando vi esta historieta me reí. Me dije que a este tipo realmente sólo le faltaría ir al baño en la computadora, como para ser dependiente de estos aparatos por completo. Y me reí. Entonces, busqué mis diferencias con él para verificar si yo era un "computadora dependiente".
A ver, él necesita la computadora para estar seguro de qué forma se escriben las palabras. Por fortuna, nunca abrí el procesador de textos para escribir tan solo una palabra y ver si el programa le ponía el indeseado subrayado en rojo, indicando que la palabra es errónea. Y menos, lo utilicé para buscar la versión correcta o sinónimos sugeridos. Primera diferencia. Suspiré, un suspiro aliviador como cuando uno sube a un colectivo y ve que tiene opciones para poder viajar sentado.
¿Para hacer cuentas? Vamos, ni loco abriría una planilla de cálculos para tan solo hacer cuentas. Sigo con el viejo formato de mi almacenero "Don Guillermo", hojita de papel y lápiz. Cinco más cuatro nueve más dos, once, uno me llevo una, más cinco, seis, sesenta y uno. Ése sería mi razonamiento lógico antes de tipear cinco en una celda, enter, cuatro en la inmediata inferior, enter, cincuenta y dos en la tercera, enter, para finalmente hacer la fórmula de suma en la cuarta celda y ver el maravilloso sesenta y uno, ayudado por la computadora. Otra diferencia, otro suspiro. Veo que no soy como él y me siento mejor.
Escribir me gusta, y lo mejor es dejar que la musa inspiradora nos lleve de la mano danzando en el papel, dando vida a la historia. No hay mayor expresión que la de la mente fluyendo y dibujando el papel. Tipear, corta en cierta forma ese fluir natural interponiendo la mecanicidad entre la mente y el papel, entre el corazón y el escrito, entre el calor y el frío. Más diferencias, un nuevo suspiro, más profundo, como cuando uno por fin encuentra ese ahorro que tenía bien escondido pero que no recordaba donde.
Investigar con estos aparatejos, caer en las garras de alguna página poco seria y no lograr nada. No, no señor. Yo voy a la biblioteca y en navego en libros, enciclopedias y nado de tomo en tomo. Eso es el verdadero navegar, nada de practicar "surf" en la virulente red de redes. Las diferencias con el hombre de la historieta son marcadas, concisas. Él no puede vivir sin los aparatejos esos y yo respiro papel con alegría.
¡¿Compras?! No, ya se pasó. Confiar en nadie, que te quiten tu dinero, que no sepas hacia donde va y esperar que te traigan algo parecido a lo que estás viendo en el monitor. Ahora sí que se fue lejos este muchacho. Para mí sigue siendo importante ir al negocio, probar, ver, comparar, preguntar, que a uno lo aconsejen, regatear un poco el precio (¿por qué no?). Podría hacer algo de lo que él hace con la computadora, pero ir de compras no, eso sí que no.
Ah, críe que lo de las compras era mucho, pero divertirse, para eso no hay dudas que no se necesita ninguna computadora.
Y para ir al baño, aún me arreglo solito.
Él es de una manera que nada que ver conmigo, yo no uso la computadora para nada. Y esto lo hago público para que la gente sepa hasta dónde se están metiendo en nuestra vida. Si él quisiera dar a conocer todo esto, seguramente haría un "blog". Yo no, prefiero decirlo y contarlo de viva voz.
Etiquetas: reflexión de vida
jueves, marzo 15, 2007
Trabajar demasiado
Lo importante en casos extremos es tomar conciencia de las consecuencias que podemos producir. Esconderse, evitar confrontarse, mentirse, muy lejos de ser el primer paso hacia la solución, llevará a una realidad irremediable.
Tu escritorio es un cementerio de cafés. No los has terminado por impedimento del ida y vuelta de tus tareas cotidianas. El negro líquido se enrojece intermitenmente. Resplandece y se apaga a trasluz de los vasitos plásticos, es tu contestador automático. Parpadea más que quinceañera enamorada cuando hace ojitos a su príncipe azul. Mensajes que se acumulan a todos los que te dejaron durante la teleconferencia de esta mañana. Larga, pesada, improductiva, como vaca vieja. Algunos toman café, pero vos no podés. Los dejás morir al lado de tu computadora. Has enviado varios correos electrónicos para disculparte de las otras conferencias telefónicas en las que deberías estar participando o haber participado, pero que otra más importante (en tema o porque te la pasó tu jefe) te lo han prohibido. Lo único bueno de estas conferencias es no tener que verle la cara a los otros y poder hacer muecas de no entiendo o de no te soporto o de me duermo sin riesgo alguno. Bostezar tranquilo es un placer como lo es comer chocolates mientras los otros discuten. Nunca sabés qué hora es, te guías porque la gente va o vuelve de almorzar. No entendés, ellos tardan una hora y media para lo que vos usás tan sólo veinte minutos, inlcuido el cepillado de dientes. Cuando la gente dice hasta mañana, no entendés nada, si cuando vos te vas ellos ya no están y cuando vos volvés ellos ni se despiertan aún. Mañana es hoy y ayer también. Buscaste otro café. Invariablemente se morirá de frío en tu olvido durante el próximo llamado. Vinieron a buscarte. Dos personas, la infartante de la blusa coral y el energúmeno de Mercadeo. Ella quería charlar, mostrarse un poco. Comentarte que se estaba organizando una reunión de algún tema específico que deberías participar. A los cráneos organizativos se les olvidará invitarte. El otro tenía un problema urgente que te comentó por teléfono. En realidad, se lo comunicó a tu contestadora. Se fue, llegado a su puesto de trabajo te envió un imeil. Es el decimoctavo en el orden de llegada de todos tu mensajes sin responder. Ya lo harás, ¿lo harás? Será esta tarde o noche, seguramente a la noche, porque para la tarde tenés otras ocupaciones programadas y sabés que habrá otras tantas que te caerán de la nada (o de tus jefes o de tus reportes directos). Quizás esta noche, finalmente, terminarás un café o una gaseosa mezclada con alguna bebida energizante. Ni dos ni tres podrán mantenerte despierto. Lo hará la luz roja de tu teléfono avisándote los miles de mensajes sin escuchar. Los vas a escuchar, abrirás el archivo con todos tus pendientes, agregarás y tendrás unos minutos para contar la cantidad de líneas sin resolver. Reportes comparativos de nada contra todo de años anteriores, respuestas para preguntas simples pero que otros parecen perderse en ellas como en un laberinto cruel, respuestas a preguntas tuyas, que vagamente llenarán tus inquietudes. Te pondrás nervioso. Sentirás eso que es medio inexplicable. Es hambre con estrés. El hambre desaparece con una pizza bien aceitosa recargada de panceta, aceitunas y queso parmesano. El estrés se queda, siempre se queda. A veces, pocas, mengua con una tarde libre o con unas vacaciones. Queda el remedio de la enfermedad, el famoso lo dejo para mañana. Pero ya te comprometiste con tu jefe a revisar todos los temas conflictivos. Llamás, pedís el taxi para bien temprano, antes de que salga el sol estarás nuevamente dejando morir otra dosis de cafeína. Tu familia comenzará su rutina para cuando ya estés bien ocupado terminando algo que era para ayer. Entonces te quedás, será necesario terminar lo que querías postergar porque el tiempo para postergar no existe, lo ocupaste con otra asignación impostergable. Y al cumpleaños de tu amigo llegás via mensaje de texto. No pedís perdón, ni que llegás más tarde, ni que estás con mucho trabajo. Todo eso lo saben. Además, no te sobra el tiempo y apenas te alcanza para teclear "FELIZ CUMPLE". Una vez pensaste en grabar un mensaje modelo, pero tampoco te dio el tiempo para hacerlo. A veces reenviás el mensaje de otro, total tu texto es tan sencillo y apersonal que sirve para todos. Parece que no, pero el trabajo tiene cosas positivas. Amigos, relaciones, progreso, la blusa coral. Pero hoy no lo ves así, ves enemigos, problemas, estancamiento, y ella que seguro ya se habrá ido. Todos planean su fin de semana y vos los desplaneás. De hecho todos saben que los trabajás. Hace algún tiempo que no te excusás más. Antes decías que ya pasaba, que era cuello de botella, que por esa época o que por el cierre de año. "Siempre es por algo", te cansaste de escuchar. ¿Acaso el resto de la gente no entiende? ¿No saben que no te gusta estar allí, que quisieras que todo fuera diferente, que si pudieras harías las cosas de otro modo?
Mientras lees se enfría el último café, llega otro correo y te dejan otro mensaje. La llamada en conferencia es más larga de lo que programaron. No te sorprende, siempre es así. Terminó, todos saludan. Pasará la de la blusa, volverá el de mercadeo. Pero habrá un instante, apenas un segundo para vos.
Es un caso extremo, lo importante sería que tu conciencia te dijera: "estás trabajando demasiado". Ojalá así fuera, sería el primer paso hacia la solución.
Tu escritorio es un cementerio de cafés. No los has terminado por impedimento del ida y vuelta de tus tareas cotidianas. El negro líquido se enrojece intermitenmente. Resplandece y se apaga a trasluz de los vasitos plásticos, es tu contestador automático. Parpadea más que quinceañera enamorada cuando hace ojitos a su príncipe azul. Mensajes que se acumulan a todos los que te dejaron durante la teleconferencia de esta mañana. Larga, pesada, improductiva, como vaca vieja. Algunos toman café, pero vos no podés. Los dejás morir al lado de tu computadora. Has enviado varios correos electrónicos para disculparte de las otras conferencias telefónicas en las que deberías estar participando o haber participado, pero que otra más importante (en tema o porque te la pasó tu jefe) te lo han prohibido. Lo único bueno de estas conferencias es no tener que verle la cara a los otros y poder hacer muecas de no entiendo o de no te soporto o de me duermo sin riesgo alguno. Bostezar tranquilo es un placer como lo es comer chocolates mientras los otros discuten. Nunca sabés qué hora es, te guías porque la gente va o vuelve de almorzar. No entendés, ellos tardan una hora y media para lo que vos usás tan sólo veinte minutos, inlcuido el cepillado de dientes. Cuando la gente dice hasta mañana, no entendés nada, si cuando vos te vas ellos ya no están y cuando vos volvés ellos ni se despiertan aún. Mañana es hoy y ayer también. Buscaste otro café. Invariablemente se morirá de frío en tu olvido durante el próximo llamado. Vinieron a buscarte. Dos personas, la infartante de la blusa coral y el energúmeno de Mercadeo. Ella quería charlar, mostrarse un poco. Comentarte que se estaba organizando una reunión de algún tema específico que deberías participar. A los cráneos organizativos se les olvidará invitarte. El otro tenía un problema urgente que te comentó por teléfono. En realidad, se lo comunicó a tu contestadora. Se fue, llegado a su puesto de trabajo te envió un imeil. Es el decimoctavo en el orden de llegada de todos tu mensajes sin responder. Ya lo harás, ¿lo harás? Será esta tarde o noche, seguramente a la noche, porque para la tarde tenés otras ocupaciones programadas y sabés que habrá otras tantas que te caerán de la nada (o de tus jefes o de tus reportes directos). Quizás esta noche, finalmente, terminarás un café o una gaseosa mezclada con alguna bebida energizante. Ni dos ni tres podrán mantenerte despierto. Lo hará la luz roja de tu teléfono avisándote los miles de mensajes sin escuchar. Los vas a escuchar, abrirás el archivo con todos tus pendientes, agregarás y tendrás unos minutos para contar la cantidad de líneas sin resolver. Reportes comparativos de nada contra todo de años anteriores, respuestas para preguntas simples pero que otros parecen perderse en ellas como en un laberinto cruel, respuestas a preguntas tuyas, que vagamente llenarán tus inquietudes. Te pondrás nervioso. Sentirás eso que es medio inexplicable. Es hambre con estrés. El hambre desaparece con una pizza bien aceitosa recargada de panceta, aceitunas y queso parmesano. El estrés se queda, siempre se queda. A veces, pocas, mengua con una tarde libre o con unas vacaciones. Queda el remedio de la enfermedad, el famoso lo dejo para mañana. Pero ya te comprometiste con tu jefe a revisar todos los temas conflictivos. Llamás, pedís el taxi para bien temprano, antes de que salga el sol estarás nuevamente dejando morir otra dosis de cafeína. Tu familia comenzará su rutina para cuando ya estés bien ocupado terminando algo que era para ayer. Entonces te quedás, será necesario terminar lo que querías postergar porque el tiempo para postergar no existe, lo ocupaste con otra asignación impostergable. Y al cumpleaños de tu amigo llegás via mensaje de texto. No pedís perdón, ni que llegás más tarde, ni que estás con mucho trabajo. Todo eso lo saben. Además, no te sobra el tiempo y apenas te alcanza para teclear "FELIZ CUMPLE". Una vez pensaste en grabar un mensaje modelo, pero tampoco te dio el tiempo para hacerlo. A veces reenviás el mensaje de otro, total tu texto es tan sencillo y apersonal que sirve para todos. Parece que no, pero el trabajo tiene cosas positivas. Amigos, relaciones, progreso, la blusa coral. Pero hoy no lo ves así, ves enemigos, problemas, estancamiento, y ella que seguro ya se habrá ido. Todos planean su fin de semana y vos los desplaneás. De hecho todos saben que los trabajás. Hace algún tiempo que no te excusás más. Antes decías que ya pasaba, que era cuello de botella, que por esa época o que por el cierre de año. "Siempre es por algo", te cansaste de escuchar. ¿Acaso el resto de la gente no entiende? ¿No saben que no te gusta estar allí, que quisieras que todo fuera diferente, que si pudieras harías las cosas de otro modo?
Mientras lees se enfría el último café, llega otro correo y te dejan otro mensaje. La llamada en conferencia es más larga de lo que programaron. No te sorprende, siempre es así. Terminó, todos saludan. Pasará la de la blusa, volverá el de mercadeo. Pero habrá un instante, apenas un segundo para vos.
Es un caso extremo, lo importante sería que tu conciencia te dijera: "estás trabajando demasiado". Ojalá así fuera, sería el primer paso hacia la solución.
Etiquetas: reflexión laboral
viernes, marzo 09, 2007
Trabajar sólo por la plata, no es negocio
Por la plata baila el mono, versa un refrán que ya debe llevar muchos años de antigüedad. La frase es válida para evidenciar que cada uno de nosotros tiene la retribución como principal fuente incentivación laboral. Y en principio hay una alta dosis de lógica en eso. Finalmente, lo que nos importa o lo que necesitamos es el famoso y mentado sustento de nuestras necesidades.Ahora bien, cualquiera que se siente a pensar sobre su baile, imagino que llegará a la conclusión que no se pueden bailar muchos ritmos al mismo tiempo, ni en forma escalonada, ni nada semejante. Existen maratones de baile, pero ninguno de nosotros puede bailar flamenco, salsa, rumba, rock, y tango por más plata que tengamos en frente como zanahoria de burro. Sin embargo, ensayamos vueltas rápidas al ritmo de Los Bitles mientras escuchamos "Siglo XX Cambalache" al mismo tiempo. Es decir, nos cargamos de tareas, aceptamos otras (a veces nos quejamos un poco o mucho, depende) y todo en pos de recibir (y asegurar recibir) el salario a fin de mes. Quizás dar un bocado a la zanahoria o descansar un poco entre una danza y otra.
Desde hace algún tiempo, varias tardesnoche de varios fines de semana diría, vengo pensando en qué es crecer profesionalmente. Llegué a la definición de lograr que uno quede menos involucrado en las tareas operativas de una empresa, mientras le van incrementando el salario en la misma proporción que se olvida de aquellas canciones que bailaba como monito, y que le van asignando más presupuesto para comprar más cedés (o emepetres) de música y contratar más monos que bailen. También pueden comprar más zanahorias para ponerlas delantes de los burros. Entonces, cobrar más, por hacer menos, y tener gente a cargo a quien poder culpar en caso de que alguna función de ballet no salga bien.
Y ayer leí el chiste de la tira que adjunto, y con base a los dos párrafos precedentes, utilizo el remate como conclusión: Ojalá todos podamos "trabajar en algo que nos guste mucho. Trabajar sólo por la plata, no es negocio".
Desde hace algún tiempo, varias tardesnoche de varios fines de semana diría, vengo pensando en qué es crecer profesionalmente. Llegué a la definición de lograr que uno quede menos involucrado en las tareas operativas de una empresa, mientras le van incrementando el salario en la misma proporción que se olvida de aquellas canciones que bailaba como monito, y que le van asignando más presupuesto para comprar más cedés (o emepetres) de música y contratar más monos que bailen. También pueden comprar más zanahorias para ponerlas delantes de los burros. Entonces, cobrar más, por hacer menos, y tener gente a cargo a quien poder culpar en caso de que alguna función de ballet no salga bien.
Y ayer leí el chiste de la tira que adjunto, y con base a los dos párrafos precedentes, utilizo el remate como conclusión: Ojalá todos podamos "trabajar en algo que nos guste mucho. Trabajar sólo por la plata, no es negocio".
Etiquetas: reflexión laboral
jueves, marzo 08, 2007
Tuyas son todas las rosas
Quería una imagen para ilustrar mi texto. Pensé en una mujer, quien sea, tan solo como referencia particular para expresarme acerca del ocho de marzo. También, pensé en que todos los días debieran ser ocho de marzo, y día de las madres, y día de los enamorados, y día del amigo, y así siempre recordar y valorizar todos nuestros afectos.
Luego comprendí que efectivamente es así, que no es que olvidamos los otros días a quienes queremos y a quienes nos importan. Nada más que el día de, socialmente sirve para alimentar el espíritu y vigorizar las relaciones humanas.
Quizás suene utópico entenderlo de este modo, pero ciertamente me dejo empujar por los avatares del comercio y regalo rosas un día como hoy. Rosas, ésa es la imagen que necesito.
Porque una rosa se parece a una mujer. Su tallo sostiene la belleza de la flor, con su vestido verde resalta el color de sus pétalos, tal como las piernas de una dama, sostén y parte de su cuerpo, distinguen su figura, su porte, su imagen.
La rosas tienen espinas, que las defienden y protegen, tal como la mujer tiene su carácter y su fuerza de voluntad. Dicen que si nos frenáramos por las espinas, nunca disfrutaríamos de la flor.
Los pétalos de diversos colores conforman una divinidad digna de alcanzar, de sentir, de poseer. Tal la piel de ellas, bañada por el sol, suave despertar de pasiones profundas. Y los perfumes combinados en un sin fin de remolinos infinitos que confluyen en nuestro corazón.
Crudos inviernos, sofocantes calores, plagas. Las atacan, las golpean, las lastiman. Tanto o más de lo que la humanidad atacó, golpeó y lastimó a la mujer. Acto indigno, desmesurado, atroz. Un ocho de marzo un acto atroz tuvo lugar en nuestra historia, locura que debería ser impropia de nuestra condición humana. Una historia que no debemos repetir.
Conseguí la imagen, logré expresarme. ¡Feliz día, mujer! Tuyas son todas las rosas.
Luego comprendí que efectivamente es así, que no es que olvidamos los otros días a quienes queremos y a quienes nos importan. Nada más que el día de, socialmente sirve para alimentar el espíritu y vigorizar las relaciones humanas.
Quizás suene utópico entenderlo de este modo, pero ciertamente me dejo empujar por los avatares del comercio y regalo rosas un día como hoy. Rosas, ésa es la imagen que necesito.
Porque una rosa se parece a una mujer. Su tallo sostiene la belleza de la flor, con su vestido verde resalta el color de sus pétalos, tal como las piernas de una dama, sostén y parte de su cuerpo, distinguen su figura, su porte, su imagen.
La rosas tienen espinas, que las defienden y protegen, tal como la mujer tiene su carácter y su fuerza de voluntad. Dicen que si nos frenáramos por las espinas, nunca disfrutaríamos de la flor.
Los pétalos de diversos colores conforman una divinidad digna de alcanzar, de sentir, de poseer. Tal la piel de ellas, bañada por el sol, suave despertar de pasiones profundas. Y los perfumes combinados en un sin fin de remolinos infinitos que confluyen en nuestro corazón.
Crudos inviernos, sofocantes calores, plagas. Las atacan, las golpean, las lastiman. Tanto o más de lo que la humanidad atacó, golpeó y lastimó a la mujer. Acto indigno, desmesurado, atroz. Un ocho de marzo un acto atroz tuvo lugar en nuestra historia, locura que debería ser impropia de nuestra condición humana. Una historia que no debemos repetir.
Conseguí la imagen, logré expresarme. ¡Feliz día, mujer! Tuyas son todas las rosas.
Etiquetas: Día de la mujer
domingo, marzo 04, 2007
Fin de las vacaciones
Canta Vox Dei "Todo concluye al fin, nada puede escapar, todo tiene un final, todo termina". Y así le ocurre a las vacaciones. También sabemos que nada se pierde y todo se transforma en la Química. Así, que las vacaciones se transforman en el nuevo calvario del día a día laboral. En Economía, lo que uno gana el otro lo pierde.
Entonces, si ganaste tranquilidad, si lograste relajarte, si pudiste descansar de tanta locura laboral, preparate. Por las ciencias químicas sabés que eso mutará. Irremediablemente no hay antídoto para evitar lo inevitable (por eso es inevitable). Por las ciencias económicas, sabés que si ganaste relax, paz, armonía, hubieron otros que lo perdieron y están por irse de vacaciones en busca de tu ganancia para dejarte sus pérdidas: la invariable realidad del día a día de la oficina.
"Todo concluye al fin, nada puede escapar, todo tiene un final, todo termina". Por lo que ya estamos un poco más cerca, o no tan lejos, de las próximas vacaciones. Pero para eso, habrá muchos comentarios en este blog, para pasarla un poco mejor hasta que tengamos esa suerte, al menos esa es la intención.
Entonces, si ganaste tranquilidad, si lograste relajarte, si pudiste descansar de tanta locura laboral, preparate. Por las ciencias químicas sabés que eso mutará. Irremediablemente no hay antídoto para evitar lo inevitable (por eso es inevitable). Por las ciencias económicas, sabés que si ganaste relax, paz, armonía, hubieron otros que lo perdieron y están por irse de vacaciones en busca de tu ganancia para dejarte sus pérdidas: la invariable realidad del día a día de la oficina.
"Todo concluye al fin, nada puede escapar, todo tiene un final, todo termina". Por lo que ya estamos un poco más cerca, o no tan lejos, de las próximas vacaciones. Pero para eso, habrá muchos comentarios en este blog, para pasarla un poco mejor hasta que tengamos esa suerte, al menos esa es la intención.
Etiquetas: Vacaciones