viernes, marzo 23, 2007

Computador dependiente

-Necesito el computador para ayudarme con el deletreo, mis cuentas, mi escritura, mis búsquedas, mis compras y mi entretenimiento.

(Una vez que lo entrene para ir al baño, lo tendré totalmente bajo mi poder).

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Cuando vi esta historieta me reí. Me dije que a este tipo realmente sólo le faltaría ir al baño en la computadora, como para ser dependiente de estos aparatos por completo. Y me reí. Entonces, busqué mis diferencias con él para verificar si yo era un "computadora dependiente".

A ver, él necesita la computadora para estar seguro de qué forma se escriben las palabras. Por fortuna, nunca abrí el procesador de textos para escribir tan solo una palabra y ver si el programa le ponía el indeseado subrayado en rojo, indicando que la palabra es errónea. Y menos, lo utilicé para buscar la versión correcta o sinónimos sugeridos. Primera diferencia. Suspiré, un suspiro aliviador como cuando uno sube a un colectivo y ve que tiene opciones para poder viajar sentado.

¿Para hacer cuentas? Vamos, ni loco abriría una planilla de cálculos para tan solo hacer cuentas. Sigo con el viejo formato de mi almacenero "Don Guillermo", hojita de papel y lápiz. Cinco más cuatro nueve más dos, once, uno me llevo una, más cinco, seis, sesenta y uno. Ése sería mi razonamiento lógico antes de tipear cinco en una celda, enter, cuatro en la inmediata inferior, enter, cincuenta y dos en la tercera, enter, para finalmente hacer la fórmula de suma en la cuarta celda y ver el maravilloso sesenta y uno, ayudado por la computadora. Otra diferencia, otro suspiro. Veo que no soy como él y me siento mejor.

Escribir me gusta, y lo mejor es dejar que la musa inspiradora nos lleve de la mano danzando en el papel, dando vida a la historia. No hay mayor expresión que la de la mente fluyendo y dibujando el papel. Tipear, corta en cierta forma ese fluir natural interponiendo la mecanicidad entre la mente y el papel, entre el corazón y el escrito, entre el calor y el frío. Más diferencias, un nuevo suspiro, más profundo, como cuando uno por fin encuentra ese ahorro que tenía bien escondido pero que no recordaba donde.

Investigar con estos aparatejos, caer en las garras de alguna página poco seria y no lograr nada. No, no señor. Yo voy a la biblioteca y en navego en libros, enciclopedias y nado de tomo en tomo. Eso es el verdadero navegar, nada de practicar "surf" en la virulente red de redes. Las diferencias con el hombre de la historieta son marcadas, concisas. Él no puede vivir sin los aparatejos esos y yo respiro papel con alegría.

¡¿Compras?! No, ya se pasó. Confiar en nadie, que te quiten tu dinero, que no sepas hacia donde va y esperar que te traigan algo parecido a lo que estás viendo en el monitor. Ahora sí que se fue lejos este muchacho. Para mí sigue siendo importante ir al negocio, probar, ver, comparar, preguntar, que a uno lo aconsejen, regatear un poco el precio (¿por qué no?). Podría hacer algo de lo que él hace con la computadora, pero ir de compras no, eso sí que no.

Ah, críe que lo de las compras era mucho, pero divertirse, para eso no hay dudas que no se necesita ninguna computadora.

Y para ir al baño, aún me arreglo solito.

Él es de una manera que nada que ver conmigo, yo no uso la computadora para nada. Y esto lo hago público para que la gente sepa hasta dónde se están metiendo en nuestra vida. Si él quisiera dar a conocer todo esto, seguramente haría un "blog". Yo no, prefiero decirlo y contarlo de viva voz.

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