jueves, octubre 25, 2007
Votaría

Y me toca decidir. Y no sé, no sé qué votar. Votaría un candidato que vaya con su lista única, nada de las listas nuevas sábanas con acolchado. Sábanas eran las de antes, las cinco categorías con el mismo número de lista todas pegaditas. Y lo histórico era palo y a la bolsa, o mejor dicho doble y al sobre. Ahora, las listas no sólo son sábanas, sino como digo, vienen con alcochado. Por caso Cristina Clinton, tiene tantos candidatos que la apoyan que por eso más que sábana es acolchado.
Luego de despilfarrarse miles de pesos que le pueblo argentino produce con sangre, sudor y lágrimas por todas las latitudes extranjeras. Habló con todos los del extranjero, y para colmo no dijo nada. El miércoles pasado dio una entrevista de prensa (la primera que ella y/o su marido dan luego de cuatro años, y no dijo nada. Tampoco le preguntaron mucho. De todos modos, ella puede gastar lo que quiera. Al fin al cabo es la primera dama, o puede invocar su título de Senadora. Hoy es Senadora por la Provincia de Buenos Aires, su provincia natal de escuelas caras de La Plata donde estudio. Anteriormente, fue Senadora por Santa Cruz, provincia de donde soplan los vientos apingüinados de Kirchner. Me pregunto quién aprueba las rendiciones de eso gastos. Alguien los procesa y los manda al rubro "generales" de la Contabilidad Pública. No puedo imaginar la cara de asombro de ese analista ante tantos ceros y luego ver el signo dólar de cada cifra. Exponencialmente, calculo los puntos de las tarjeras de crédito ganados.
Votaría a un partido de ideales claros y para nada oportunísticos. Alguien que mantuviera una línea de pensamiento, de crítica constructiva, que se mantenga en las filas políticas que le dieron nacimiento y lo atrajeron de joven. Lo votaría si propusiera sus ideas en firme, si se prestara a debate con los otros candidatos. Si no se llenara de excusas porque fuera ganando o que vilipendiera heces si fuera perdiendo.
Votaría a quien no hable de encuestas que no existen o que no se atreve a dar a luz. A menos que le convenga, claro. Lo votaría si fuera centrado y no se creyera el único místico, o el único viable, o el único triunfador sabiendo que no obtiene combustible ni para dar una vuelta manzana.
Votaría a ese que mostrara su patrimonio, que contara cómo hizo su fortuna, que esa forma fuera coherente con todos los procesos históricos de nuestra vida argentina. Sería mi elección si pudiera resistir un archivo periodístico, que sus compañeros de hoy no fueran los enemigos del ayer, o que sus mentores políticos no fueran la riña obligada de cada discurso.
A quien explicara en lenguaje liso, de dos variables, de modo que todos entendamos cómo logrará que la inflación no se dispare. O cómo logrará reformular el sistema de copartipación federal de impuestos. Si dijera que luchará para que los derechos humanos representen todo su valor intrínseco, que el tema sea la seguridad de las personas y no índices sueltos de criminalidad que denotarían una menor inseguridad. Si fueran siempre por la positiva, por el sistema tributario donde la vedette de la tributación fuera la renta progresiva, blanca y pura de cada contribuyente. Si la alícuota del impuesto al valor agregado lo bajaran a niveles donde la gente de bajos recursos no pierda su magro ingreso en un déspota 21%. A ese lo votaría. Si fuera el mismo que eliminara los impuestos regresivos como el Impuesto a los movimientos bancarios (¿cuándo termina la crisis?) o el perverso Ingresos Brutos de cada provincia.
Si me hablaran de política liberal con regulaciones claras, con leyes ciertas y aplicables en materia civil, comercial, criminal y fiscal, ls votaría. Si no jugaran con el tipo de cambio para hacer ficciones que nos ponen en el cielo con paridades inexistentes, o si incentivasen a la verdadera inversión y el fomento del empleo. Votaría, sí, a quien no digitase el tipo de cambio para hacer competitivos a quienes no lo son. O a quien condujera respetando la segregación de poderes y las funciones de cada institución. Votaría a esos, sí que lo haría.
Si respetaran las garantías constitucionales, si el valor de la verdad, de la equidad, de la justicia, del trabajo, del esfuerzo, fueran virtudes, ¡cómo los votaría! Si me demostraran que aman a la Argentina, yo los votaría.
El próximo domingo se vota en Argentina. Dicen que hay desinterés. Si no lo hubiera, yo votaría.
Votaría a un partido de ideales claros y para nada oportunísticos. Alguien que mantuviera una línea de pensamiento, de crítica constructiva, que se mantenga en las filas políticas que le dieron nacimiento y lo atrajeron de joven. Lo votaría si propusiera sus ideas en firme, si se prestara a debate con los otros candidatos. Si no se llenara de excusas porque fuera ganando o que vilipendiera heces si fuera perdiendo.
Votaría a quien no hable de encuestas que no existen o que no se atreve a dar a luz. A menos que le convenga, claro. Lo votaría si fuera centrado y no se creyera el único místico, o el único viable, o el único triunfador sabiendo que no obtiene combustible ni para dar una vuelta manzana.
Votaría a ese que mostrara su patrimonio, que contara cómo hizo su fortuna, que esa forma fuera coherente con todos los procesos históricos de nuestra vida argentina. Sería mi elección si pudiera resistir un archivo periodístico, que sus compañeros de hoy no fueran los enemigos del ayer, o que sus mentores políticos no fueran la riña obligada de cada discurso.
A quien explicara en lenguaje liso, de dos variables, de modo que todos entendamos cómo logrará que la inflación no se dispare. O cómo logrará reformular el sistema de copartipación federal de impuestos. Si dijera que luchará para que los derechos humanos representen todo su valor intrínseco, que el tema sea la seguridad de las personas y no índices sueltos de criminalidad que denotarían una menor inseguridad. Si fueran siempre por la positiva, por el sistema tributario donde la vedette de la tributación fuera la renta progresiva, blanca y pura de cada contribuyente. Si la alícuota del impuesto al valor agregado lo bajaran a niveles donde la gente de bajos recursos no pierda su magro ingreso en un déspota 21%. A ese lo votaría. Si fuera el mismo que eliminara los impuestos regresivos como el Impuesto a los movimientos bancarios (¿cuándo termina la crisis?) o el perverso Ingresos Brutos de cada provincia.
Si me hablaran de política liberal con regulaciones claras, con leyes ciertas y aplicables en materia civil, comercial, criminal y fiscal, ls votaría. Si no jugaran con el tipo de cambio para hacer ficciones que nos ponen en el cielo con paridades inexistentes, o si incentivasen a la verdadera inversión y el fomento del empleo. Votaría, sí, a quien no digitase el tipo de cambio para hacer competitivos a quienes no lo son. O a quien condujera respetando la segregación de poderes y las funciones de cada institución. Votaría a esos, sí que lo haría.
Si respetaran las garantías constitucionales, si el valor de la verdad, de la equidad, de la justicia, del trabajo, del esfuerzo, fueran virtudes, ¡cómo los votaría! Si me demostraran que aman a la Argentina, yo los votaría.
El próximo domingo se vota en Argentina. Dicen que hay desinterés. Si no lo hubiera, yo votaría.
Etiquetas: Elecciones