viernes, septiembre 21, 2007
Realidades Paralelas

Y eso de las paralelas ha dado para un debate interesante. ¿Se cruzan o no? En el infinito y toda su demostración matemática al respecto. Que el infinito es alcanzable, que no lo es. Si no se alcanza, ¿no se cruzan entonces? ¿Y si parecieran que se cruzaran? Uno es lo que parece. Bueno, en realidad sabe que no, pero para la referencia obligada en la que somos respecto de lo que proyectamos en los demás, uno es lo que parece ser. Si dibujáramos paralelas que a la vista de cualquiera parecerían cruzarse mucho antes que en el infinito, entonces ¿se cruzan? ¿Por qué tanta alaraca con lo que es que parece ser que se cruzan o no se cruzan cosas en un inalcanzable (pero demostrable) infinito o un poco más acá?
La alaraca me llevó a pensar en esos ejemplares (ojo que cada uno de nosotros puede ser uno) oficinísticos que se inventan realidades paralelas a las realidades que son (o que parecen ser) en las organizaciones. No estamos hablando aquí de posibles visiones diferentes sobre el cuento del medio vaso vacío o del medio vaso lleno. Y menos de las conclusiones simples de algo tan complejo (la complejidad de ese dicho espero poder esbozarla algún otro viernes -o no viernes- del futuro).
Hago referencia al ardid autoimpuesto de mentirse vilmente. De basarse en algún supuesto pseudamente acpetado por el resto, desconocerse de todas las otras variables que circunden a una situación, y creerse que uno ha hecho, pensado y decidido correctamente. La realidad paralela puede parecer cortarse con la realidad fáctica (un ideal más inalcanzable que el infinito mismo y menos demostrable aún) o con la realidad paralela del que está a nuestro lado. Si hay muchas paralelas en nuestro rededor apuntando hacia un norte (o sur), quizás debamos forzar a la nuestra a que se encauce con aquellas. A menos que, tomemos la postura forzada y rebusnemos al aire que no, no y no.
Quizás hoy no sea viernes. Poestamos igual.