martes, diciembre 19, 2006
El rugido del león

Y habrá marchas, de protesta, de quejas, de memoria, de repudio, de bronca. Llevarse en cuerpo y en alma a manifestarse, a poner en evidencia que la justicia es una utopía lejana que se esconde y se escapa en la corrupción, o en el olvido, o en la desmemoria, o en la desinformación, o en los negociados. Como sea que fuere la justicia no está. Tampoco estará ese masa popular arrojada a las calles que formó un león gigante y rugiente que derivó en un colapso social y económico, artero y digitado. Pero las cuando se enfurecen ya no reconocen que las despertó, que las enardeció. La razón se aparta y aflora la desesperación, la locura, el desenfreno. Nada sería peor que la vida que peléamos hace cinco diciembres.
Pero sí lo fue. Vandalismo, saqueos, muertes, liberado, empujados, impunes. Más digitalización, de presidentes, de motivos, de excusas, de divisas, de factores de conversión, de normas y re-normas, de asimetrías que compensaban, de planes jefes de hogar, de apertura del grifo del corralito-corralón. La masa gigante de mezcla de clases, unánime, que rugió como si fuera pueblo se escinde y vuelve a fomarse y conformarse con sus nuevos estratos, como vuelve el río revuelto y en creciente a encontrar un nuevo cauce.
Pasaron cinco veranos, el olvido se encargará de trastocar, mistificar, leyendar, mentir, desmentir. El olvido se encarga de todo. ¿Y la memoria? Eso deberíamos ejercitar.