miércoles, noviembre 22, 2006
No estamos solos
No es bueno que el hombre esté solo. La frase originaria se refiere al hombre como ser, como esencia, como materia. Solo se descompone, se frena, se retrae. Pierde la autoreferencia, le escasean las guías de su vida, se le escapan las posibilidades de crecer, de mejorar, de vivir.
En los ambientes laborales, como en todo otro ambiente de nuestra sociedad globalizada, descontextualizada, despersonalizada, existen seres que deben adaptarse a tener una autoreferencia, una guía, la posibilidad de crecer, mejorar, de vivir, todo en versión virtual. Con el advenimiento de las posiciones regionales de empresas multinacionales se han visto beneficiado las corporaciones con visiones multiculturales y con un decremento en sus masas salariales. En cuanto las empresas, varias ya lo tienen, opten por instalar cámaras web en cada coputador volverá a ser necesario peinarse y usar corbata para tener una reunión con el jefe, y con el jefe del jefe y para entrenamientos multitudinarios vía internet. Mientras tanto, aún podemos poner el rostro en clara posición de desaprobación mientras decimes que estamos de acuerdo en todos los conceptos que se vierten en este tipo de reuniones.
El problema, o mejor escrito, la situación a colación para este comentario se corporiza en aquellos que dejan de pertencer a un grupo real y pasan a ser una pieza de un grupo virtual. La mundialización de las oficinas elimina fronteras y da la sensación de tener a Brasil y México tan cerca como para pedirles que nos alcanen una taza de café. Quizás esto sea una ventaja. Pero a su vez, quienes dejan el grupo real pierden aquella referencia con sus pares, dejan de ser uno entre tantos, para ser el distinto, el diferente, el lejano. Todas las especies han peleado por sobrevirir, por eso comienza la carrera por la adaptción de dejar ser uno real y tomar la forma holográmica de ser alguien virtual.
Es cierto que luego están los viajes de trabajo, porque para más de un tema (quizás para muchos todavía) es aún necesario el cara a cara. El verse, el tratarse en vivo, el convivir laboral, probablemente sea parte de la transición, como para seguir teniendo dosis de autoreferencia, de mejora, de vida. No es bueno que el hombre esté solo, sólo tendrá que sobreponerse a la transición de compañía real a virtual.
En los ambientes laborales, como en todo otro ambiente de nuestra sociedad globalizada, descontextualizada, despersonalizada, existen seres que deben adaptarse a tener una autoreferencia, una guía, la posibilidad de crecer, mejorar, de vivir, todo en versión virtual. Con el advenimiento de las posiciones regionales de empresas multinacionales se han visto beneficiado las corporaciones con visiones multiculturales y con un decremento en sus masas salariales. En cuanto las empresas, varias ya lo tienen, opten por instalar cámaras web en cada coputador volverá a ser necesario peinarse y usar corbata para tener una reunión con el jefe, y con el jefe del jefe y para entrenamientos multitudinarios vía internet. Mientras tanto, aún podemos poner el rostro en clara posición de desaprobación mientras decimes que estamos de acuerdo en todos los conceptos que se vierten en este tipo de reuniones.
El problema, o mejor escrito, la situación a colación para este comentario se corporiza en aquellos que dejan de pertencer a un grupo real y pasan a ser una pieza de un grupo virtual. La mundialización de las oficinas elimina fronteras y da la sensación de tener a Brasil y México tan cerca como para pedirles que nos alcanen una taza de café. Quizás esto sea una ventaja. Pero a su vez, quienes dejan el grupo real pierden aquella referencia con sus pares, dejan de ser uno entre tantos, para ser el distinto, el diferente, el lejano. Todas las especies han peleado por sobrevirir, por eso comienza la carrera por la adaptción de dejar ser uno real y tomar la forma holográmica de ser alguien virtual.
Es cierto que luego están los viajes de trabajo, porque para más de un tema (quizás para muchos todavía) es aún necesario el cara a cara. El verse, el tratarse en vivo, el convivir laboral, probablemente sea parte de la transición, como para seguir teniendo dosis de autoreferencia, de mejora, de vida. No es bueno que el hombre esté solo, sólo tendrá que sobreponerse a la transición de compañía real a virtual.