martes, septiembre 12, 2006
Sin programa
-Ese es un problema del que nunca me tuve que preocupar.
Rara vez lo que uno programa sale como programado. Me estoy refiriendo específicamente a las tareas que uno se propone para hacer en un día normal de trabajo y que por diversos y variados motivos no logran hacerse. Haré una pausa en la escritura para que vuelvas del pensamiento divagatorio en el que te encotrás buscando todos los programas desprogramados que tuvista últimamente.
¿Listo? ¿Ves? Acá ya hay un ejemplo. Me había propuesto escribir sobre que yo ya no programo más mi día a día y tuve que hacer un stpo, una pausa, un café, para que vuelvas de divagación (¿existirá esta palabra? En tal caso, divagación: acción y efecto de divagar).
Decía que ya yo, no creo que era yo ya, no programo mi día. En verdad el "ya" ya quedó obsoleto, porque hace rato que tengo agenda. ¿Total para qué? Las reuniones esqueduladas (esta palabra seguro no existe, es una espanglish de schedule) con mucha anticipación son rápidamente olvidadas. Si uno va enviando rimáinders (spanglish para recordatorios) queda como un pesado y molesto y aún más rápidamente la gente olvidará esa reunión.
Otra cuestión son con todas las tareas super importantes que te asignen. Pensá en un día, o en una hora, o en un rato para volcarte a ella, y chau, olvidate de la misma. Ciento cincuenta y cuatro correos electrónicos te llegarán con trescientos ochenta y dos pedidos de tus cinco jefes con todas otras tareas diferentes y ninguna involucrará a la que tenías prevista, pedida, programada.
Una vez un jefe que tuve nos pidió el famoso táim yit (lo escribo porque más de uno se pierde en la locución de la fonética: time sheet). Recuerdo que hice dos versiones, un táim yit (time sheet) programado y otro verdaderamente ejecutado. Lástima que no lo encuentro ahora, pero creánme que había muchas iyus (issues, aprendete la fonética) disímiles. Es más, si mi memoria es verdaderamente buena, fue por aquel entonces que abandoné toda programaciónm tal como lo hacen los canales de televisión de Argentina, que los programas comienzan cuando quiere el caprichoso gerente de programación.
Ojo que no soy mentiroso, y también es cierto que uno no puede hacer todo (nada de) lo que programa porque se pone a gilipollear con los compañeros, con el e-mail, con la red de redes o con lo que tenga a mano y a la vista. Un té, dos cafés, cinco vasos de agua y si fumara siete cigarrillos al día, ayudan. Pero de este concepto de gilipolleo propio prefieron no hablar ahora.
Al final de cuentas, no programes, sus jefes, compañeros, colegas, proveedores, clientes, magistral, mágica e increíblemente, ya tienen el día organizado para vos. ¿Problemas de programación?, ya no tengo.