jueves, septiembre 21, 2006
Job Hopper
-Puede ser que cambie mucho de trabajo, y también quizás tenga gigantes orejas de conejo. ¿Pero eso me hace un "hopper"?
-Ok, ok. Está contratado.
(¡Estoy tan enfermo de este lugar!)
No quisiera caer en la tampra del juzgamiento fácil, eso que nos pasa cuando criticamos sin pensamiento previo. Por eso, quizás, la palabra escrita tiene otro valor, otra connotación. Si bien llega carente de gestos, timbres de voz y demás vicisitudes de la palabra hablada, el cursor y la techa de retroceso nos permiten dejar superpuesta la tinta y el trazo que deseamos dejar (a veces sólo el que nos da la capacidad o incapacidad). No quiero juzgar a nadie, pero entiendo que opinar con pasión, reflexionar, conlleva el riesgo de ser juzgado (livianamente) de haber hecho juicio. De todos modos, allí voy.
¿Cómo es que nos movemos los seres humanos en las empresas? Cierto es que somos reflejo de la sociedad misma en la que nos desarrollamos (o involucionamos), así que claro está, hay especímenes de toda estirpe. Entre ellos, los "Job Hoppers", una voz inglesa que entiendo que viene a significar algo así como cazador de mejor empleo, o en tal caso describe a una persona que cuando lo aceptan en un trabajo, piensa en el próximo, persiguiendo supuestas o reales mejoras salariales, de condiciones, de ambientes, de jefes, de empleados. Emitir juicio de valor sobre esta actitud carece de sentido, al menos para mí. Cada uno tiene sus objetivos, sus razones, sus pasiones, y es lógico actuar respecto de ellas.
Ahora cuando quien tiene este estilo o este comportamiento es el "nuevo" gerente, líder de proyecto o algún cargo de mayor jerarquía, donde sus mensajes y cualidades son regados por toda la organización, área de cobertura o gerencia; cuando su palabra es el nuevo dogma, cuando nuestra cuerva debe emular su línea de pensamiento, de acción, de proceder; cuando sus ideas, consejos, ejemplos son esparcidos como modus operandi de la actividad; cuando todo ello ocurre; y en el corto plazo el gerente, líder o jerárquico superior deja la compañía, ¿cómo te sentís? Suponiendo que le habías creído, que confiaste en sus palabras, en sus visiones, que compartis sus inquietudes, que adoptaste su dogma, no te lo pregunto, porque creo que ya sé qué sentís.
Dicen que los nombres pasan y las organizaciones quedan, pero probablemente la cuestión sea cómo.