miércoles, septiembre 20, 2006

Funcionario


Hay días en que no querés hacer nada. Eso puede ocurrir cuando uno sale de una semana o semanas de trabajo muy intenso, o le puede ocurrir cuando uno es directamente un vago. En este último caso, no es que a uno le ocurre, sino que uno ya es así. Volvamos sobre el particular del primer grupo. Esa gente que se brinda y se revienta por la compañía, que deja de lado mucho de su vida privada, que llega temprano en la mañana antes de que aclare y sale mucho después que el sol termina de dorar los ventanales de la oficina. Esa gente que trabaja y trabaja como los inmigrantes de los años cincuenta que a fuerza y sudor levantaron gran parte de lo que es hoy nuestra Argentina. No son muchos, pero algunos especímines de ellos hay. ¿Qué buscan? ¿Qué objetivo persiguen? Dicen las malas lenguas que buscan la promoción a gerencia o supervisión o a alguna posición que puedan no hacer nada. Se pregunta el vago de siempre, si no será mejor no hacer nada directamente como hace él. Sin importar como sea en verdad, adjunto la historia que siempre cuenta un ex-compañero mio que ahora es Concejal.

Un campesino tenía un toro reproductor, el mejor toro de la región. Ese toro era su único patrimonio y su sustento. Los hacendados locales descubrieron que el toro era el mejor reproductor de la zona y comenzaron a alquilarlo para cruzar sus vacas, comprobando que de ese cruce salían los mejores becerros. Además era rendidor y rápido, no perdonaba a ninguna vaca que le pasara cerca, y parecía que nunca se cansaba de engendrar.
Un día los hacendados se reunieron y decidieron comprar el toro para no depender más del campesino. Un representante fue y le dijo: "Ponle precio a tu toro que te lo vamos a comprar".
El campesino, que no quería perder su fuente de ingresos, dio una cifra absurda para que fuera rechazada.
Los hacendados se quejaron al alcalde por el precio del animal, y éste, sensibilizado con el problema, compró el toro con fondos municipales, registrándolo como patrimonio municipal y poniéndolo al servicio de toda la comunidad.
El día de la inauguración de los servicios, los hacendados trajeron sus vacas para que el toro las preñara. Le pusieron la primera, y nada. "Debe ser la vaca" –dijo uno– "es muy flaca".
Le trajeron una gran campeona Holandesa, el toro la olfateó, y nada. Le pasaron el rodeo entero pero el toro ni se inmutó.
El alcalde furioso llamó al ex-dueño y lo increpó a solucionar el problema, pues se había gastado el dinero de los contribuyentes y no quería pensar que esto fuera una estafa más.
El campesino se acercó al toro y le habló al oído: "¿Qué haces hermano?, ¿no querés trabajar?"
El toro lo miró largamente y desesperezándose le respondió:
¡No me jodás, hermano! ¡Ahora soy funcionario público!

Comments: Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?