lunes, agosto 14, 2006

Ofifútbol

Lunes, la oficina amanece fría, solitaria, oscura. Llega el primero, no siempre es el mismo, existe una especie de sorteo sin ritual y de tanto en tanto a cada uno le toca. Y comenzará la vorágine, los reportes, las reuniones, los pedidos urgentes. No habrá tiempo para nada y para nadie, ni para almorzar, ni para leer los correos electrónicos no laborales que el aburrido de turno envió el viernes. Todos estarán ocupados, enroscados por las eles del “estoy a full”.
Pero, siempre hay un pero, todos los hombres caeremos en las discusiones futbolísticas. Es el rigor de cada lunes, de penales mal cobrados, de goles en posiciones adelantadas, de merecimientos sin mejor suerte, de divinas fortunas encontradas sobre el epílogo de algún partido. Entonces, por unos minutos, la oficina se llenará de cancha, de potrero, de bandera y vincha, de cánticos, de goles gritados y posibilidades ahogadas, de atajadas, de gastadas al rival de turno y al rival de siempre, de pasión. Por unos instantes habrá alegría o tristeza según el equipo de tus amores.
Sin embargo, la rutina se impondrá, porque por algo es rutina.

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