miércoles, agosto 09, 2006

Claves perfumadas



Cuentan las leyendas laborales de estos días, que a un empleado lo echaron con justa causa porque tenía un post it (¿cómo se dirá en español?, ¿cartelito con pegamento en el anverso para dejarse notas a uno mismo?) con los usuarios y las claves propias y de sus subordinados, más la del jefe (que siempre se la preguntaba a él). Imagino que la leyenda ya tiene bastante años, porque si tenía todas esas claves y usuarios en esos dimuntos y fluorescentes cartelitos, debe ser hace algún tiempo atrás, cuando no había tantas claves y tantos usuarios diferentes para tantos programas, aplicaciones y sitios seguros como des-afortunadamente tenemos hoy.
Lo cierto es que las claves deben ser secretas, secretísimas.
Los animales de esta jungla llamada oficina, acudimos a diversos escondites
de contraseñas. Está el que se cree un loro, con la capacidad de recordarlas por asimilación al entrar en cada programa y repetirla sobre el teclado y obtener esa victoria diaria de entrar al sistema. Otros son hormiguitas trabajadoras que deben caminar hasta el armario más lejano, agacharse y manotear una agenda vieja allí escondida con el secreto preciado. Una variante de ellos, son las hormigas sin patas, que no caminan y tienen la agenda vieja a mano, pero estos corren riesgos. Están las mariposas, que renacen cada día y claro como nacen cada día vienen sin memoria y piden que se les renueve (en espanghish: resetee) la clave diariamente. Por suerte para la gente de sistemas, hay mariposos que viven más de un día. Y existe una especie de monos inteligentes que diseñan pseudos programas en access o en xls para obtener casi al instante una de las ciento cincuenta y ocho claves vigentes que cada mono tiene. Eso sí, si logran recordar la de acceso al sistema operativo. Ahora, como el caso del chiste, aún no vi. Pero eso sí, todo puede ser.

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