sábado, septiembre 17, 2011

¿Se puede confiar?

Ayer salía yo de una reunión en Belgrano. Saco, camisa, pantalón de vestir, sin corbata, un yuppie moderno. Una mujer a la que la vida le puso algunos años, se acerca y sin prisa, sin pausa y sin vacilaciones me cuenta que unos niños de esta altura, haciendo tope con su mano a la altura de su pecho, que no tendrían más de doce años, le habían arrebatado la cartera cerca de Juramento y La Paz. Con la otra mano apuntando hacia la zona de Nuñez, me dice que tiene el auto sin nafta a seis cuadras de donde estábamos hablando. Que por fortuna y dicha su hija está dando a luz en Pilar. Que ella vive en un country (la mujer, no sé la hija), que sus parientes más cercanos viven lejos en azul. Juntado las manos en el centro de su pecho implora que necesita ayuda, que a pesar de todo lo malo tiene la esperanza de llegar al parto. Había dicho también que trabajaba en Pediatría en el Hospital de Vicente Lopez, que puedo chequear...

Ahí la interrumpo y le pido un número de teléfono con mi celular dispuesto a llamar. Mientras la escuchaba mi cabeza iba de un sí a un no como un péndulo, y eso sin saber aún qué pediría. ¿Que la alcance? ¿Que le de dinero?

-¿Qué teléfono querés? -me gritó- ¿No entendiste que mis parientes están en Azul? ¿Qué ayuda querés que pida?

Le expliqué que quería ayudarla, que ella había ofrecido que yo podría validar algo de sus dichos... Hasta que le pedí perdón por no poder ayudarla.

Quería para 16 / 17 litros de nafta, lo que ella calculaba que su Falcon gastaría hasta Pilar...

Si todo es cierto, alguien la ayudará... Esas fueron mis últimas palabras, antes de que ella dijera en todo algo ofuscado: "Bueno, gracias señor". Ella tomó para el lado de Nuñez, yo para Juramento.

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