sábado, noviembre 15, 2008
No hay monedas
Ayer por la mañana, antes de ir para la oficina, pasé por la oficina municipal de Villa Ballester a pagar el ABL. Para un vuelto de $18,20, lógicamente, me pidieron cambio, aunque sea dos pesos. El diálogo fue algo así:
-... ochenta y uno con ochenta- salió de la boca rojo carmín de la mujer, algo transpirada por los primeros calores de la mañana y tal vez por los que la azotaban desde su interior.
Sin decir nada, extiendo mi mano con el billete violeta y la cara de Julio A. Roca hacia el techo.
-¿No tiene nada de cambio? Aunque sea dos pesos- sin mayor fastidio. Imagino que sería yo uno de los primeros vecinos en dejar parte de mi salario en las arcas del erario municipal.
Hice señas de que no tenía nada más que el rostro de Julito.
Entonces mutó su sonrisa por una expresión agria, como si hubiera visto que alguien quisiera robarse su bicicleta. Apuntó con el dedo a un cartel que estaba pegado en el vidrio de su lugar de trabajo y me advirtió que la próxima vez debía llevar cambio para pagar, que acaso no sabía yo de la falta de monedas.
Opté por hacer silencio, pero juro que se me saltaban de la garganta varias cosas.
Quise leer el cartelito sin reparar en la palabra "ocacionadas". Pero no pude. Es un problema que tengo con las faltas ortográficas, de las que me doy cuenta claro. "Colabore con el cambio", decía y remataba "disculpe por las molestias ocacionadas".
No le perdoné nada, aunque de haberle respondido, probablemente aún estaríamos discutiendo.
Me pregunto qué pasa y qué pasó con las monedas. El crecimiento demográfico y económico, si es que es tal el último, se devoraron las monedas existentes, en cambios los billetes si son emitidos. Que yo recuerde hace ya varios años que se debe pagar con monedas en los colectivos, y nunca habían desaparecido así los metálicos. ¿Será que sí se imprimen billetes pero que no se acuñan monedas? En el Banco Provincia de Villa Ballester, imagino que otros también, se comunica que "atento a las cuestiones de público conocimiento, la entidad sólo dará cambio de dos monedas de un peso por cada billete de dos, sin excepción". Dos pesos en monedas de uno. Para poder haber satisfecho a mi cobradora de maquillaje rauda matinal, debí de haber reducido hasta la expresión de dos mi billete de cien.
Alguno se habrá quedado pensando en qué le habría respondido de no haber optado por el silencio.
Responderé siempre con silencio, pero señalando a un cartel que llevaré colgado, que diga: "No hay monedas (yo tampoco tengo), por favor colabore con el vuelto".
-... ochenta y uno con ochenta- salió de la boca rojo carmín de la mujer, algo transpirada por los primeros calores de la mañana y tal vez por los que la azotaban desde su interior.
Sin decir nada, extiendo mi mano con el billete violeta y la cara de Julio A. Roca hacia el techo.
-¿No tiene nada de cambio? Aunque sea dos pesos- sin mayor fastidio. Imagino que sería yo uno de los primeros vecinos en dejar parte de mi salario en las arcas del erario municipal.
Hice señas de que no tenía nada más que el rostro de Julito.
Entonces mutó su sonrisa por una expresión agria, como si hubiera visto que alguien quisiera robarse su bicicleta. Apuntó con el dedo a un cartel que estaba pegado en el vidrio de su lugar de trabajo y me advirtió que la próxima vez debía llevar cambio para pagar, que acaso no sabía yo de la falta de monedas.
Opté por hacer silencio, pero juro que se me saltaban de la garganta varias cosas.
Quise leer el cartelito sin reparar en la palabra "ocacionadas". Pero no pude. Es un problema que tengo con las faltas ortográficas, de las que me doy cuenta claro. "Colabore con el cambio", decía y remataba "disculpe por las molestias ocacionadas".
No le perdoné nada, aunque de haberle respondido, probablemente aún estaríamos discutiendo.
Me pregunto qué pasa y qué pasó con las monedas. El crecimiento demográfico y económico, si es que es tal el último, se devoraron las monedas existentes, en cambios los billetes si son emitidos. Que yo recuerde hace ya varios años que se debe pagar con monedas en los colectivos, y nunca habían desaparecido así los metálicos. ¿Será que sí se imprimen billetes pero que no se acuñan monedas? En el Banco Provincia de Villa Ballester, imagino que otros también, se comunica que "atento a las cuestiones de público conocimiento, la entidad sólo dará cambio de dos monedas de un peso por cada billete de dos, sin excepción". Dos pesos en monedas de uno. Para poder haber satisfecho a mi cobradora de maquillaje rauda matinal, debí de haber reducido hasta la expresión de dos mi billete de cien.
Alguno se habrá quedado pensando en qué le habría respondido de no haber optado por el silencio.
Responderé siempre con silencio, pero señalando a un cartel que llevaré colgado, que diga: "No hay monedas (yo tampoco tengo), por favor colabore con el vuelto".